domingo, 22 de agosto de 2010

De los hijos y otros miedos absurdos


Siempre le he temido a tener hijos.  No solo he temido, en un punto de mi vida incluso me paralizaba la sola idea de algún día tener una pequeña personita creciendo dentro de mi, dependiendo a cada segundo de mi egoísta y poco bondadosa humanidad.

Cuando estaba en la universidad, a mi amor tormentoso, siempre le dije que sería el papá de mis hijos, y aunque sólo se lo dije a él -mi corazón no era promiscuo- creo que en ese momento aún no entendía la dimensión de mis palabras.  No entendía lo que un hijo llegaría a significar en mi vida.

Mas adelante me casé y crease o no, nunca pensé en agrandar nuestra familia bicomponente.  Si la plata a duras penas alcanzaba para los dos (y tres perros), me parecía absurdo pensar en traer chinos al mundo a sufrir.  Ahora, que esa historia terminó, creo que el no tener hijos fue la mejor decisión.  Hizo las cosas más fáciles, volver a comenzar no es tan real, cuando tienes un chiquito al que debes responderle cuando te pregunte: Y donde está mi papá?  De hecho recuerdo una vez en que un condón falló y me puse histérica, me tomé la pastilla del día después y las relaciones quedaron clausuradas por un gran período de tiempo, en mi cabeza ni siquiera cabía la posibilidad de pensar que un bebé llegara a mi vida.

Y llegó la separación, y con ella, la certeza del no querer hijos nunca jamás (léase bien: NUN-CA JA-MÁS).  Pobrecita mi madre, que nunca vería un nieto acabándole con la casa, ni seguiríamos la línea de la generación de Marías en la familia (María, Marina, MariaE, AnaMaría y probablemente Mariana que hubiera sido mi primera opción para una hija).  

Los miedos alrededor de un hijo para mi empezaban desde el momento de la concepción -De la concepción, o sea la fertilización, porque la parte anterior es bastante satisfactoria en la mayoría de los casos-.  Primero el que deba pasar un mes para saber que uno se encuentra en ese estado: para esas 4 semanas, seguro me habré pegado al menos 2 rumbas bravas y mi pobre chiqui tendría que aguantar que su irresponsable mamá le combine aguardiente a su ya pobre alimentación, donde le harían falta frutas y verduras que para ser sinceros, no soy tan juiciosa comiendo.  Y esto pasa, pasa mucho, de hecho, con dos de mis mejores amigas, nos metimos unas rumbas de amanecida y todo, justo antes de saber que estaban en embarazo, y al parecer a ninguna de las dos le afectó esto de manera negativa.  Tal vez, el embrión se aferra y dice: no mamá, no te vas a librar de mi antes de saber que existo.

Asumiendo que sobreviva a esas primeras 4 semanas locas, cómo va a poder sobrevivir en los meses siguientes a una mamá loca cuyo humor parece una montaña rusa?  Una mamá que le daría pánico empezar a engordar mes a mes, que no hace ejercicio, que no se alimenta de la mejor manera, que prefiere dormir a tener que ver a alguien mas, a quien no le gusta que nadie dependa de ella así como no le gusta tener que depender de absolutamente nadie?

Ahora el parto... Ya sea de forma natural (imagenes sangrientas de señoras gritando de manera impresionante, salidas directamente de discovery health llegan a mi cabeza) o la cesárea que no deja de ser dolorosa, pensar en cualquier procedimiento para hacer que un bebe de XX centímetros y XXXX gr salga de mi cuerpo, me hace estremecer de terror y sin saber si viene completo, si tiene algún retraso, si su cuerpecito es milimetricamente perfecto.

Y con todo esto, la pesadilla apenas comienza: noches sin dormir, no sólo por el llanto del recién nacido, si no por el pánico que debe dar el no saber si está respirando, o el por qué de su llanto, si le duele algo, si tiene hambre, el no saber cargarlo, darle la comida, que le de alguna enfermedad, el tener que volver a trabajar y dejarlo con una desconocida que puede hacerle cualquier cosa, el miedo de que cuando vaya creciendo cualquier cosa que le digas o hagas puede traumatizarlo de por vida y tu ni siquiera darte cuenta de eso, y la certeza de no volver a tener vida por tratar de evitarle cualquier sufrimiento, pues los que saben dicen que mamá y papá que se respeten, nunca vuelven a estar tranquilos, así sus hijos ya no estén en la casa, vivan su vida y tengan sus propios hijos por quien preocuparse.

La mayoría de mis amigas están casándose o ya teniendo hijos (incluso una ya va para la tercera) y yo era de las que las iba a visitar, pero ni siquiera cargaba a esos pequeñas criaturas de otro planeta... si mucho les tocaba la cabeza y disfrutaba mientras mis otras amigas cargaban, acariciaban y chocholeaban a los pequeños demonios.

Pero como toda regla tiene su excepción, no contaba con que en diciembre él me pidiera que le diera un hijo.  Mi primera reacción fue ponerme a temblar como hoja al viento, peor aún, como un enfermo de parkinson en sus últimos días, y como fue una cosa hablada en un momento de tragos, pensé que no tenía mucho de qué preocuparme, pero cuando al otro día, se despertó y lo primero que me dijo fue: piénsalo, la cosa volvió a darme vueltas en la cabeza.

Y lo pensé y lo pensé, oh Dios, si que lo pensé.  Su frase "con una mamá como tu y un papá como yo, nada puede salir mal" me daba vueltas en la cabeza todos los días, como si fuera una de esas frases de hipnosis que no sabes que te van a generar un comportamiento hasta que no te la dicen.  Y empecé a ver mamás felices con sus barrigas de 8 meses, y empecé a ver esos vestiditos pequeñitos que olían a nuevo, y empecé a cargar a los bebés de mis amigas y empecé a pensar que era injusto que mi mamá no pudiera disfrutar un nieto, y empecé a sentir esas ganas impresionantes de sentir un frijolito dentro de mi y empecé a oir el famoso reloj biológico que cada día suena más fuerte y empecé a pensar que tal vez no sería tan loco creer en que algún día puedo dejar de pensar solo en mi y tener a alguien que dependa de mis buenas o malas decisiones.

Y ahora que ya no estamos juntos y que muy probablemente no lo estemos mas, que hago con esta ilusión que es mas fuerte que el miedo? El problema no será encontrar a alguien que quiera tener un hijo conmigo, hay muchos hombres sedientos de esparcir su semilla en esta tierra, pero encontraré yo a alguien con quien quiera tener hijos.  

La realidad es que no quiero tener un hijo, quiero tenerlo con él.

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