sábado, 8 de octubre de 2011

Abandono

Llevo muchos meses sin escribir, twitter ha reemplazado un poco el ejercicio que hacía aca, pero que quiero retomar...


Volveré... pronto volveré

domingo, 27 de marzo de 2011

Gaman

Encontré esta palabra dentro de una lista de 20 palabras intraducibles (aqui), y creo que la tomaré como mi bandera en este momento.  Copio textualmente el concepto:



20. Gaman
Japonés.   Cada primavera, las familias japonesas ondean banderas con forma de carpa, un pez que nada contra la corriente y que simboliza para ellos el espíritu de gaman: la determinación para afrontar los obstáculos en la vida, de persistir en el intento con paciencia y dignidad, aún frente a aquellos desafíos que parecen insuperables

lunes, 13 de diciembre de 2010

No me enredes, enamórame

http://www.flickr.com/photos/cabizbaja00



A veces siento como si me manejara, psicológicamente hablando.  Como que hace algo, para que yo responda de una forma determinada y si, respondo exactamente de esa manera.


No me gusta cuando alguien sabe lo que voy a hacer, antes que yo lo haga....  No me gusta ser tan predecible, así que por favor, no me enredes, enamórame

miércoles, 1 de diciembre de 2010

El Perdón

Las lágrimas que derramé, yo perdono.
El sufrimiento y las decepciones, yo perdono.
Las traiciones y mentiras, yo perdono.
Las calumnias y las intrigas, yo perdono.
El odio y la persecución, yo perdono.
Los golpes que me dieron, yo perdono.
Los sueños rotos, yo perdono.
Las esperanzas muertas, yo perdono.
El desamor y la envidia, yo perdono.
La indiferencia y la mala voluntad, yo perdono.
La injusticia en el nombre de la justicia, yo perdono.
La ira y el maltrato, yo perdono.
El abandono y el olvido, yo perdono.
El mundo con toda su maldad, yo perdono.

La pena y el resentimiento, los sustituyo con comprensión y entendimiento.
La rebeldía, la sustituyo con la música que sale de mi violín.
El dolor lo sustituyo con olvido.
La venganza, la sustituyo con victoria.
Seré capaz de amar por encima del desamor.
Dar incluso cuando estoy despojada de todo.
Trabajar feliz incluso cuando estoy en medio de todos los obstáculos.
Secar las lágrimas, incluso cuando aún estoy llorando.
Creer incluso cuando estoy desacreditada

Tomado del El Aleph, Paulo Coelho

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El abuelo Ricardo

Ayer hace 14 años mi abuelo Ricardo se fue al cielo, mi abuelo Ricardo era el papá de mi mamá, mi abuelo más cercano.

Ayer lo pensé mucho y cuando traté de recordarlo me di cuenta que de su cara tengo solo un leve recuerdo: piel blanca pero quemada por el sol, los rasgos característicos que mis 3 tios comparten y un pelo muy cortico, medio rizado (como con plancha de esas de canales) y gris.  Cuando pienso en él, lo primero que pienso es en sus medias, un poco escurridas, que terminaban en unos siempre bien embolados zapatos negros de cordón delgadito.  Era tal su afán por embolar los zapatos que un día me emboló unas botas que me encantaban y quedaron limpiecitas, eso sí, no contó con que las botas eran de gamuza y quedaron totalmente dañadas después de la capa de betún... ese día estaba furiosa con mi abuelo y ahora lo pienso y me da risa. 

Lo recuerdo sentado en las sillas de la sala que ahora me acompañan, en donde leía el periódico y consentía al perro: Bronco.  Recuerdo que cuando llevaban al perro al veterinario, a mi abuelo le tocaba cargarlo porque le tenía tanto miedo que lo sedaban y él no era capaz de dejarlo en la puerta mientras le pasaba el efecto de la anestesia.

Recuerdo sus manos, que son tan parecidas a las de mi mamá, aunque ya por los años, estaban un poco deformadas pero siempre útiles y en funcionamiento.

Recuerdo que siempre almorzaba sopa, sancocho para ser más exactos, y una vez que fuimos a la costa en carro, igual nos tocaba al almuerzo buscarle una sopita porque si no, no sentía que hubiera almorzado.

Recuerdo sus calzoncillos de viejito, que parecían unas bermudas pero de tela como de camisa.

Recuerdo que tenía un arma que estaba dañada, un revolver con la cacha blanca, como de mármol, que me sirvió no se cuantas veces para jugar a los detectives o a los ángeles de Charlie.

Recuerdo su Renault 4 amarillo, en el que se sentía cual taxista, y peleaba con todos los malos conductores que se le atravesaban y se metía a la brava, sólo por demostrar que sus años no habían mermado sus capacidades de chofer.

Recuerdo que le encantaba ir a mercar a la galería de La Nave, llegando a Siloé.

Recuerdo cuando llegábamos de Popayán con mi mamá y el miraba el parabrisas y la regañaba porque se había ido a mas de 100km/hora y lo sabía porque habían bichos estrellados contra el vidrio y cuando nos devolvíamos a Popayán, después del fin de semana, siempre se quedaba despidiéndose con la mano en alto, en la mitad de la calle, hasta que el carro daba la vuelta para salir a la Calle 5.

Recuerdo la felicidad con la que me veía comer las arepas que mi Mamatea me hacía, o cuando me guardaba las colitas de los panes porque era el pedazo que más me gustaba.

Recuerdo que me ponía a leer el periódico a cuanta persona llegaba a la casa, porque era muy chiquita y ya leía y además, había aprendido sola.

Recuerdo la celebración de sus 80 años, con serenata incluida.

Recuerdo ese día cuando estaba en 11 y mi mamá llegó por mi al colegio a medio día.  Sabía que eso no era buena señal.  Recuerdo que me dijo que habías muerto y me contó que antes de morirte viste a Alina, tu segunda esposa, que fue por ti y te dijo que era hora de irte.  Recuerdo que me contaron que le dijiste a Mamatea que no se preocupara, que no quedaba sola, que Alina ya había ido por ti.  Recuerdo que me dijeron que te habías quedado dormido y recuerdo haberle rogado a Dios que me permita morir de la forma en la que tu lo hiciste.

Abuelo, no me importa casi no recordar tu cara... para eso puedo ver una foto y ya; pero los verdaderos recuerdos que dejaste en mi son los que ahora, 14 años después, me hacen celebrar tu vida y darle gracias a Dios porque fuiste todo para mi mamá y para mi.







viernes, 10 de septiembre de 2010

Bajate de esa nube, que eso que vos sentís, eso no es amor