miércoles, 27 de junio de 2007

Amor…

Algún día dejaras de dolerme. No sé si será mejor o peor entonces… quizás será porque dejaré de amarte. Quizás será porque por fin te encontraré, quizás será porque me daré cuenta que ya no estas en este silencio que cada día me envuelve con más fuerza. ¿Soledad?, yo se bien que es la soledad.

Ahora, cuando te pienso, lloro… Mis lágrimas van cayendo poco a poco por mis mejillas, ansiando ser tus dedos que recorren mi cara, que resbalan amorosamente por mi cuello, que bajan entre mis pechos, que van a parar a mi ombligo, que mojan mi cintura y mis caderas. Te siento húmedo y ardiente a través de mi cuerpo que te respira.

Llueve… En mis ojos, en mi cara, en mi piel, en mi corazón… Llueve en mi sexo, ese ansioso manantial de deseo q nunca saciado. Llueve en mi alma dolorosamente.Y en lugar de vacías gotas de lluvia, quisiera que recorrieran mi cuerpo tu sudor, tu saliva y hasta tus lágrimas, que caerían como un torrente sobre mí, imparables de puro alivio y alegría, después de tantos meses de espera, de sueños, de planes… y entonces recorreríamos mi cuerpo juntos y dibujaríamos a cuatro manos el tuyo, veinte dedos trazando la geografía de tu placer…

Encerrados en nosotros mismos, dejaríamos suelta por la habitación a la loca más peligrosa…la pasión, para que cabalgara furiosamente sobre nuestros instintos. Puedo ver tus ojos besando los míos, puedo sentir tus labios en mi boca, mordiendo mi placer, y tus manos garradas firmemente en mi cintura, atrayéndome hacia ti para que te sienta, duro y agitado, impaciente… a través de esa humedad que me devora.

(...)

Tomado del libro Cartas Ardientes

No hay comentarios.: